jueves, 21 de mayo de 2015

La Ciudad de la Furia

Hoy estuve al borde de explotar. Es increíble cómo una simple acción de otra persona (casi siempre un tremendo idiota), nos puede cambiar radicalmente el humor. 

Tranquilidad es lo que menos se respira en esta ciudad, si es que se puede llegar a respirar algo que no este contaminado, en todo sentido, en todas sus clases (del agua, del aire, del suelo, acústico y visual). 

Vivimos apurados, acelerados, alterados, estresados, encerrados en nuestro propio mundo, pero eso tiene que tener un límite, ahí donde comienzan los derechos del otro.

Vivimos agrediéndonos entre nosotros, consciente o inconscientemente. Desde la persona que escucha música sin auriculares en el transporte público; el que se hace el dormido cuando debería ceder el asiento ante una mujer embarazada, una persona mayor o un discapacitado; quien no cede el paso a los peatones; quien no utiliza las luces para señalizar y avisar la acción que va a llevar a cabo con el auto; quienes utilizan la bocina en exceso y en situaciones donde no se debe; quienes tiran basura en las calles, por más que haya un tacho de basura en casi todas las esquinas y por más que los haya no es excusa para ensuciar; quienes no respetan los semáforos (en el conurbano y por la noche está permitido, salvo que quieran que les roben); quienes mantienen empleados en negro; quienes compran algo sabiendo que es robado, solo por el hecho de que les sale más barato; quienes pelean y hasta matan por seguir diferentes colores o ideologías políticas, y así podría escribir todo un libro. 

Seguro que a vos que estás leyendo esto se te vienen recuerdos a la cabeza y hasta se te ocurren muchos más ejemplos, no? Así estamos, así vivimos y no es para nada saludable. 

Cada vez son menos las personas que dicen "Buenos días", "Por Favor" y "Gracias"; cada vez son más las personas que agreden verbalmente, como así también cada vez son más los insultos disponibles. Siempre es preferible un insulto antes que seguir acumulando, porque tampoco nos vamos a dejar atropellar siempre por los demás. Hasta que nos damos cuenta que tenemos un límite, que no siempre nos animamos a decir lo que pensamos. ¿Me vas a decir que nunca quisiste gritarle a tu jefe como seguramente alguna vez lo hizo con vos? No por respeto, porque determinadas personas se merecen unos cuantos insultos, sino por el miedo a perder el trabajo y no poder conseguir otro pronto. 

Vivimos con miedo, a que nos roben y lo que es peor que nos maten por sacarnos lo poco que tenemos o que le pase a uno de nuestros seres queridos. Somos de un país donde la justicia además de ser ciega es injusto y es solo para unos pocos. Vivimos preocupados con no llegar a fin de mes con el sueldo, pasamos 11 meses esperando las deseadas vacaciones para escapar, para irnos lo más lejos de esta ciudad. Para viajar a la costa, salvo en Enero que es lo mismo que estar en la Capital, pero con arena y mar. Personalmente en verano prefiero ir para la cordillera, alguna ciudad cerca de la montaña, donde solo se escuchen a los animales, donde el aire se pueda disfrutar con total tranquilidad (en los pulmones y en la piel), ver como aparece y se esconde la luna entre las montañas. Si se puede hasta nos subimos a un avión para salir del país, al menos por unas semanas, cuando en nuestro territorio hay miles de lugares hermosos por descubrir, y aunque duela hay que volver. 

Ya se perdió el romanticismo, ya somos minoría los que creemos en el amor, en que todo puede cambia y volver a ser como antes, como cuentan los que hoy son ancianos. Se viaja más por trabajo que por placer y mucho menos por amor. 

Los políticos nos mienten, las empresas nos estafan y ahí quedamos nosotros, en el medio de una guerra de intereses, de poderes y el único poder que tenemos es el voto, hasta ahí. 

Vivimos a las corridas, de cada al trabajo, luego a la facultad y/o al gimnasio (o viceversa), ni hablar de los que tienen familia y corren más para que los chicos no lleguen tarden a clases ni ellos a la oficina. En el camino chocamos, nos pisamos y tropezamos con nuestros pares. Cada uno luchando por nuestros intereses, pensando en nuestros problemas, cuidando lo que tenemos (sea poco o mucho, la mayoría nos rompemos el lomo para tenerlo, y a veces con un solo trabajo no alcanza). Nos corre el reloj, el tiempo pasa, los horarios hay que cumplirlos, los vencimientos nos recuerdan que tenemos deudas que pagar, los plazos de entrega en el trabajo y/o en la facultad, y aún así vivimos mirando para atrás, cuando ya es hora de mirar para adelante. Caminar por la calle, pararse en una esquina en pleno centro en un día laboral y observar: que 8 de cada 10 personas tienen el celular en la mano, ya sea mandando mensajes, hablando o escuchando música. Y es muy probable que las otras dos no tengan teléfono. Oímos sin escuchar, miramos, pero no vemos y sobrevivimos sin vivir. 

Creo que las cosas pueden cambiar, pero para eso tenemos que cambiar nosotros e ir contagiando al resto, porque nadie es un completo ejemplo a seguir, pero todos tenemos algo bueno, por más mínimo que sea... 



Escrito en Mayo de 2015

sábado, 16 de mayo de 2015

Hechos, no palabras...

En ésta ocasión les voy a contar algunas cosas sobre mi. Pocas personas me conocen realmente, en parte porque así lo quiero y en parte porque no a todo el mundo le importa conocerme. Lo que si pueden decir quienes me conocen es que soy lesbiana, hincha fanática de Huracán, el Tibu es mi debilidad, suelo ser enamoradiza (lo cual no pasa tan seguido), tengo un gusto "especial" en cuanto a la música, aún no maduré (en el momento que escribo éstas líneas estoy más cerca de las tres décadas que del cuarto de siglo), prefiero una película romántica antes que una de acción, creo en el amor para toda la vida aunque no lo he encontrado aún, y puedo seguir diciendo quién creo que soy, pero mejor no, mejor dejo que si te interesa intentes conocerme. Si no te gusta lo que llegas a descubrir eres libre de irte cuando quieras, no voy a obligar a nadie que no quiera quedarse a que lo haga. También puede pasar que a mi no me termine gustando alguna característica o la personalidad de quien intenta descubrirme y claramente me voy a alejar, aunque no cualquiera suma sin restar. Puedo dar varias oportunidades, pero me puedo cansar (todo tiene un límite) y no lo voy a pensar dos veces, "Besito, chau" y andate bien... lejos. 

Me he decepcionado muchas veces en mi corta vida, nunca llegamos a conocer al otro, pero de eso se trata, de conocer y aceptar que nadie es perfecto. Pero quien no suma, resta y a quien resta hay que dejarlo atrás. No solo me refiero a relaciones amorosas, sino también a las amistades. 

Soy de esas personas a las que les gusta explayar sus pensamientos en un papel, principalmente después de alguna desilusión amorosa. No todos mis escritos llegan a ver la luz, la mayoría termina hecha cenizas y arrastradas por el viento. Acá estamos una vez más, sin saber cuál va a ser el destino de estas hojas, que ya por ser plasmadas en un papel pasan a ser hechos, más que palabras. 

Mejor que decir es hacer, por eso cuando conozco a alguien que me interesa (repito que no siempre una persona nueva en nuestra vida es para formar una relación de pareja) o que me da "buena espina" intento conocerla, si se deja, y sino ella se lo pierde. Pero si me dan la oportunidad y la confianza de mostrarse tal cual son me permiten y me ayudan a mostrarme más. 

Soy de esas personas cursis (gomas) que dedican canciones, que dan regalos que a la simple vista pueden parecer insignificantes o sin motivo, pero a la vista de quien los recibe tienen un valor. Intento que siempre sea mayor el valor sentimental que el costo del obsequio en cuestión. Si una de mis amistades me necesita y me lo hace saber, en muchos casos pasa que no nos enteramos de lo que está viviendo el otro, no solo porque no lo queremos ver, a veces solo lo oculta o no se anima a pedir ayuda; voy a estar, ya sea para escuchar, aconsejar, dar una mano, un abrazo o simplemente acompañar o hacer que se distraiga un rato. 

El valor está en los detalles y yo valoro mucho a aquellas personas que estuvieron en los peores y en los mejores momentos de mi vida, he intento devolver todo ese cariño recibido siempre que puedo. Me da bronca e impotencia aquellas personas que en la primera de cambio se olvidan de todas las veces que estuviste al pie del cañón, o de cuando las ayudaste a levantarse y seguir adelante, esas personas que se llenaron la boca de palabras y el tiempo te demuestra que realmente nunca las conociste, esas supuestas amistades que en algunas ocasiones vuelven a buscarte después de meses, cuando te necesitan para algo o cuando se dan cuenta de que ya no estás a su lado. Ahí es cuando flagelo y suelo debilitarme, si es que esa persona me importó y claramente me sigue importando, pero te enseñan, aunque debería aprender más de mis errores, que no siempre tenes que estar ahí para todos. Uno de mis defectos es que me suelo acostumbrar a esas piedras que se cruzan en mi camino. 

A quienes me visitan intento hacerlos sentir cómodos como si estuvieran en sus casas, actúo como me gusta que actúen conmigo, con confianza. 

No me creo perfecta, ni cerca de serlo, soy lo que soy, fiel a mis ideales y a mis seres queridos. No voy a cambiar porque a algunas personas no les guste. Voy a seguir estando para quienes me necesiten y que yo crea que valgan la pena para compartir mi vida. Siempre de frente, siempre hacia adelante...  





Escrito en Mayo de 2015

viernes, 15 de mayo de 2015

Onda o Buena Onda... Esa es la Cuestión...

Existe la amistad entre el hombre y la mujer, como también entre mujeres y entre hombres, sea cual sea su condición sexual. ¿Pero quién no se confundió alguna vez respecto de lo que sintió hacia su amigo/a? Tal vez están pasando por algo parecido en estos momentos. 

Puede ser una amistad de años o de a penas unas semanas, el tiempo no importa, la cabeza va más allá de los límites y eso no lo controlamos. Como tampoco podemos controlar lo que sentimos, podremos ocultarlo, negarlo, pero tarde o temprano va a salir a la luz. 

El tema central está en distinguir que pasa del otro lado, eso que muchos llaman "onda" o con la simple "buena onda" que tienen algunas personas (más cuando la conocemos y sabemos que no es así de "buena onda" con todo el mundo).

No creo en el "amor a primera vista" porque es demasiado superficial (si hay que ponerle un adjetivo a este tipo de "amor"). El amor es más que lo físico, depende de la química, mezclada con la biología, la sociología, la historia (somos consecuencia de nuestro propio pasado), lengua (la comunicación no puede faltar, desde la escrita hasta la corporal, como tampoco puede escasear el escuchar), matemáticas (no porque debamos ser racionales, sino porque los números están en todas partes: horas, días, meses, años, distancias, alturas, direcciones, peso, teléfonos, etc), música (a veces ni escuchamos, o solo lo hacemos cuando nos conviene, los sonidos influyen al igual que todo lo demás), psicología, etc. 

En la escuela tenemos tantas materias, conocemos tantos profesores, pero el amor no aparece en los planes de enseñanza oficiales aprobados por el Ministerio de Educación. 

La vida es nuestra escuela eterna, de la cual egresamos con la muerte. La vida es quien nos va a enseñar sobre amor y sentimientos, pero no hay teoría, sólo es práctica, el famoso "prueba y error", el tropezarse, caer y levantarse. Tantas frases hechas y re-contra dichas se me vienen a la cabeza, de esas que te dicen para intentar levantarte. Algunos no entienden que las palabras se van con el viento, todo en esta vida lo relacionamos con palabras, pero a la vez tantas palabras no son nada, muchas veces son en vano si quien las percibe no las valora, o si llegan a un destinatario incorrecto o impensado. También está el caso de que quien las dice no las siente profundamente, y se miente a si mismo. 

El tiempo es un factor importante, no solo por los tiempos verbales, sino por el momento en que se mandan y cuándo son recepcionadas las mismas.

Algunos también dicen: "la intención es lo que cuenta". Hay cosas que hacemos con cierta intención y terminan saliendo o generando otros resultados. Por eso la disculpa más repetida es: "lo siento, no fue mi intención". Un detector de mentiras para Navidad no me vendría nada mal. 

Como siempre, me termino yendo por las ramas... y ya no sé porque empece con este "tema", va si sé, pero quiero olvidarlo...

Hay gente que es simplemente "buena onda" con todos/as, y en esos casos es muy complicado detectar si tiene onda justamente con nosotros o sólo es así, como lo es con los demás. 

Por eso yo recomiendo ir de frente, encarar y sacarse la duda antes de que sea demasiado tarde, antes de que los sentimientos alcancen tal velocidad que no se puedan frenar y el choque con la realidad sea inevitablemente doloroso (Como dice el spot de la Asociación Civil LUCHEMOS POR LA VIDA: "Si se puede evitar no es un accidente").

Para aquellos religiosos que creen y siguen los 10 mandamientos, les diría que habría que agregar el "no jugarás con los sentimientos ajenos". Es una cuestión de ética, no entiendo como esa gente duerme con la conciencia tranquila después de haber lastimado un órgano vital para nuestra existencia y tan frágil como el corazón. 

No hay que ilusionarse si la probabilidad no es altamente significativa, y mucho menos hay que ilusionar a otra persona cuando ni siquiera sabemos lo que queremos nosotros, ahí volvamos al tema de jugar con los sentimientos de otros. Acá es cuando me gusta creer en la teoría del "todo vuelve" (tanto en lo bueno como en lo malo), lo que das de alguna manera vuelve, tarde o temprano. 

Siendo realistas es imposible que el ser humano, con un poco de sentimientos, no se ilusione ante la primera luz de esperanza, creyendo que tiene suerte de agarrar una onda verde cuando está con el tiempo justo. 

Todos estamos de paso por la vida, sabemos cuando llegamos, pero no tenemos realmente idea de cuándo vamos a tener que partir. La inmortalidad no existe, la piedra filosofal y el elixir de la vida son sólo mitos, hasta que se me demuestre lo contrario... 


FAM - Fotografía



Escrito en Diciembre de 2011

La espina, la astilla, el clavo, la flecha y la estaca...

En cuestiones de experiencias amorosas no soy experta aún (por varios motivos se me conoce como “novata”), ni pretendo serlo en lo que me resta de vida (por lo menos no en fracasos amorosos). Pero si espero en algún momento encontrar al “amor de mi vida” (como cualquier humano), a ese ser “perfecto” para mi (Soy consciente de que nadie es perfecto, pero igual nos empecinamos en buscar alguien que se acerque lo más posible a la perfección).

Partiendo de esa base, nadie es perfecto, nadie conoce la perfección, o sea que nadie sabe lo que busca, quiere, anhela, desea, sueña, etc., exactamente. Puede que “esa persona” haya pasado delante de nuestros ojos y no lo hayamos visto (Recuerden que no es lo mismo VER que MIRAR). También puede que lo hayamos tenido en nuestras manos y por determinada razón lo perdimos. Pero hoy quiero pensar que aún no pasó de largo y que no fue de los pocos “casos” que “tuve en mis manos” y luego se fueron.

Solo quiero compartir en este humilde texto la “conclusión” a la que llegue después de mi última experiencia  sentimental, la más reciente, aquella que aún hoy no ha cicatrizado (no sólo porque mi sistema nervioso es de mala circulación, lo cual no tiene solución médica conocida, sino también porque mi inconsciente no se queda tranquilo ante la falta de tantas respuestas a las preguntas redactadas en una carta-mail prácticamente ignorada), y que no tiene fecha cierta de recuperación, lo único que espero es que no se vuelva crónico.

Después de estos pocos años de “investigación” en el mercado amoroso, he detectado cinco (5) clases de amores (sería mejor si los llamáramos “enamoramientos”).
Está el enamoramiento clase-tipo espina que a su vez se subdivide en 3 categorías:
Espina de rosa, aquel en el que caemos por dejarnos llevar solo por la belleza superficial y torpemente nos terminamos “pinchando”. Este duele, pero no siempre termina haciéndonos sangrar. En el peor de los casos, puede instalarse debajo de la piel, pero son fáciles de sacar y se curan rápidamente.
- Espina de Aloe Vera, es solo momentáneo, fugaz, cuando sentimos el “pinchazo” volvemos a la realidad enseguida. En el caso de las personas con piel MUY sensible puede llegar a derramar una gota de sangre (son casi nulos).
- Espina de Cactus, es para mí el más peligroso, ya que nos pasa al estar distraídos, no lo esperamos, no le damos importancia, lo pasamos por alto, hasta que es demasiado tarde. Nos damos cuenta cuando sentimos un fuerte y raro dolor. Sabemos de dónde proviene, pero nos cuesta verlo, lo sentimos, nos molesta, duele, pero cuesta sacarlo. Las personas mayores nos dirán “es cuestión de succionar con fuerza y saldrá”. Lo dejo a su criterio.
Lo bueno es que ninguno de estos tres deja cicatrices y es solo cuestión de un pequeño lapso de tiempo para ser superado y olvidado. En nuestra vida podemos sufrir muchas veces este tipo de experiencias, a veces son tan fugaces que ni las tenemos en cuenta al día siguiente siquiera.

La clase astilla creo que es la más común o frecuente. Literalmente, dudo que haya alguien que no haya pasado por esta experiencia, de haberse clavado una astilla en el pasado. Duele y molesta, la vemos, sabemos cómo llegó ahí, sabemos dónde está, pero también sabemos que el sacarla nos va a doler, y es más que seguro que vamos a terminar sangrando un poco o mucho, depende de cuán profunda este. De la profundidad también va a depender la futura cicatriz o marca que nos hará recordar este hecho en el futuro. A veces la astilla queda después de una relación importante, que tal vez no molesta, pero se ve, se siente, y con el tiempo el propio cuerpo la va a expulsar del sistema.

Ahora les hablare de la clase clavo, el famoso clavo. No sé quien inventó o comentó la teoría del “clavo que saca otro clavo”, pero hay una cuestión de física y lógica de por medio. Otro clavo no lo va a sacar, sino que va a ser peor. Los invito a que hagan “la prueba” física, es cuestión de encontrar una madera, dos clavos y un martillo. La única forma de que un clavo saque a otro, es que el primero haya entrado casi superficialmente en la madera, pero si el primer clavo traspasó medianamente bien la madera, el nuevo clavo lo único que va a lograr es que el orificio (la herida en el caso amoroso) sea más grande y cuando por fin saquemos el viejo clavo (o este se caiga sólo, lo cual puede suceder, aunque es poco común) quede un "vacío" que el nuevo clavo no va a poder llenar. Dentro de esta “categoría” tenemos distintos tipos (clases) de clavos, los hay de diferentes tamaños y lo más importante es el tipo de madera que somos y la profundidad que logra alcanzar el primer clavo.

La clase flecha es esa que proviene de la mitología romana y de la griega (En la mitología romana es el Dios del deseo amoroso,  es hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Su equivalente en la mitología griega es Eros.). Es la teoría de aquellos que creen en el “amor”, del flechazo a “primera vista” y que supuestamente debe ser correspondido con otra persona, sin distinguir sexo alguno (ya que ese sería el “trabajo” del famoso Cupido). Yo no creía, pero bueno, dicen que en “algo” hay que creer. Ese algo apareció en mi vida hace poco, hace unos meses, pero así como llegó se fue. Así como creí, ahora dejo de creer otra vez, ya que o fue un sueño o un espejismo (como esa visión de agua que vemos en una ruta, no importa cómo, cuándo, en qué vehículo, a qué velocidad o dónde lo hagamos, siempre está distante, lejos de nuestro alcance, pero a pesar de todo eso seguimos hacia adelante hasta que encontramos un destino mejor o se nos cae encima la noche y ese espejismo queda atrás, en el pasado y hasta puede traspasar las barreras del olvido).
En resumen, si es que Cupido existe, este es mitad “dios” y mitad humano, y como todo ser humano a veces se equivoca y le pifia a quien le correspondería darle el flechazo. En estos casos, en los que se equivoca, al principio todo parece maravilloso, pero luego cuando hay que sacar la flecha no correspondida, es muy doloroso y complicado. En el peor de los caso termina en una intervención quirúrgica.

Por último, voy a comentarles de algo que solo me imagino, eso que denomino como el enamoramiento clase estaca. En mi corta vida aún no lo experimente, pero me encanta pensar que los vampiros, los hombres lobo, las brujas y demás seres sobrenaturales existen y conviven día a día como si nada entre nosotros. Si los vampiros existieran el amor de esta clase sería ese que literalmente te mata, ese que se clava en lo más profundo, dolorosamente y justo en medio del corazón. Es el que va con nosotros al “más allá”, definitivamente creo que después de un amor así no se vuelve, pasamos a ser cenizas y polvo.
En la vida “real” una estaca sirve, por ejemplo, para mantener firme una carpa. Tomando a la carpa como si fuera una relación con otra persona, un amor verdadero, ese que es correspondido, un amor inmortal…

Hay quienes clasifican el amor solo en dos clases: el correspondido y el no correspondido. También hay quienes lo clasifiquen hasta en cientos de clases. Pero todo lo que acaban de leer es solo mi opinión al día de la fecha, solo el tiempo y el destino sabrán lo que me espera al final…




Escrito en octubre de 2011

Si me vas a...

Si me vas a llamar que sea ahora, puede que aún no sea muy tarde.
Si me vas a buscar que sea en persona, en tus sueños yo soy otra.
Si me vas a hablar que sea al oído, susurrame bien despacio.
Si me vas a escuchar que sea de en serio y sin "peros".
Si me vas a decir que no sean mentiras otra vez.
Si me vas a enseñar que sea a olvidarte si no estás.
Si me vas a regalar que se tu tiempo, no pido más.
Si me vas a soñar que sea tal cual como soy en realidad.
Si me vas a pelear que sea para luego volvernos a perdonar.
Si me vas a pegar que sea solo con caricias por mi piel.
Si me vas a robar que sea algo de tu propiedad.
Si me vas a mentir que sea dando vuelta la verdad. 
Si me vas a contar que sea tu historia nada más.
Si me vas a comprar que sea nuestra felicidad.
Si me vas a comer que sea como postre al anochecer.
Si me vas a seguir que sea hacia donde ambas queramos ir.
Si me vas a tocar que no sea en mi alma, pues ésta no aguanta más.
Si me vas a abrazar que sea bien fuerte y porque realmente lo deseas.
Si me vas a mirar que esta vez sea de frente y sin lentes. 
Si me vas a besar que sea suavemente y de verdad. 
Si me vas a olvidar que te sea imposible y no lo puedas lograr. 
Si me vas a dejar que sea sin aliento como si fuera la última vez.
Pero no, porque ya no vas... porque no va más... o nunca fue...



FAM - Fotografía


Escrito en Junio de 2011

¿Qué importa?

Qué importa el estilo de ropa que usemos, si lo que sentimos no entiende de moda y traspasa todo tipo de prenda...
Qué importa si no me "visto bien", si al final de cuentas solo somos pura piel... cuerpo a cuerpo, piel con piel.
Qué importa que radio o tipo de música escucho, si siempre hay una canción que hace que me acuerde de vos.
Qué importa a qué hora, ni dónde me acueste, si voy a terminar soñandote otra vez...
Qué importa lo que hago con mi tiempo, si después de todo no sé cuándo voy a volverte a ver.
Qué importa lo que me cocino hoy en día, si sólo quiero volver a prepararte tu comida preferida.
Qué importa la forma en que me expreso verbalmente, si lo que más anhelo es tener otra oportunidad para escucharte. 
Qué importa cuántos mensajes de texto recibo por día, si ninguno es de tu autoria.
Qué importa si me conecto a eso llamado MSN, si me bloqueaste de tu lista de contactos y de tu vida.
Qué importa si intento ahogar las penas en bebidas, si éstas saben nadar y hasta usan salvavidas.
Qué importa la cantidad de preguntas que te formule, si nunca te animaste a responderme.
Qué importa si me voy lejos de viaje, si el viento en contra me susurra tu nombre.
Qué importa las veces que te intente olvidar, si mi cerebro no tiene la opción de formatear. 
Qué importa si uso un GPS o la Guía "T", si ni siquiera sé si queres que vuelva a buscarte...
Qué importa en que época del año estemos, si para mi es invierno desde que no te tengo.
Qué importa si me das las llaves de tu departamento, si nunca fui parte de tus sentimientos...
Qué importa si soy tan fanática de un club, si lo que siento por vos es otro tipo de pasión. 
Qué importa cuantas veces te lo explique, si jamás vas a entenderme realmente.
Qué importa lo que me dicen tus labios, si tus gestos y tus ojos dicen todo lo contrario.
Qué importa todo lo que tenga para escribirte, si ahora me doy cuenta de que NUNCA EXISTISTE... 



FAM - Fotografía

Escrito en Abril de 2011